Una boda en el MUNAL y la renuncia de un Borrego
Por Diana Alarcón Elizondo
X: @dianapat23
Un escándalo de tamaña magnitud ha forzado la salida de Martín Alonso Borrego Llorente, ex Coordinador de Contacto con la Ciudadanía de la Secretaría del Medio ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), después de que fuera descubierto a través de la columna de Claudio Ochoa Huerta en el periódico El Universal, aprovechando su puesto para celebrar su boda en el Museo Nacional de Arte (MUNAL).
Borrego, quien estaba bajo el mando de la excanciller Alicia Bárcena, negó rotundamente que se haya casado en el recinto cultural y patrimonio de todos los mexicanos, asegurando que se trató de un acto diplomático para conmemorar las relaciones entre México y Rumania. Una cosa sí fue cierta: las relaciones de México y Rumania, eran entre él y su ahora esposo rumano Ionut Valcu, punto para Borrego.
El ex funcionario público reconoció que fue impropio haber solicitado el espacio a través de un correo institucional. (para él eso fue el error). Sheimbaum reprobó la celebración de fiestas de servidores en recintos públicos y llamó a los integrantes de su Administración a conducirse con respeto.
Al evento “diplomático” que fue el 4 de octubre pasado (tres días después de estrenar a Sheinbaum como presidenta) , que con todas sus letras se trató de una boda, fueron unos 70 invitados, todos vestidos con pipa y guante Hubo violines, fotos bcoadillos, vino, misa y toda la cosa. Aún así, seguían diciendo que no fue una boda.
Aunque la solicitud para hacer uso del espacio se presentó como una conmemoración del 89º aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países, de acuerdo con la respuesta que recibió de la dirección del Munal, que le reiteró que el museo no está disponible para la celebración de bodas. Borrego sostuvo que se casó un mes antes del acto en el museo y acusó al periodista de no incluir datos y detalles sobre la ceremonia que ambos discutieron antes de que se publicara la columna.
Lo que no sé si el propio Borrego o la misma Bárcena, es que no estaban solos, también acudieron un centenar de invitados, incluyendo a personajes relevantes de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la comunidad diplomática. Seguramente no pensaron en que cada uno de los agasajados testigos del amor portaban con celulares, y que este suceso sería un poco difícil de ocultar en tiempos de redes sociales.
El mismo periodista Ochoa que también colabora en Latinus, publicó fotos en las que se ve a la pareja posar sobre las escalinatas del museo, el antiguo Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Ambos llevaban trajes y un prendedor con un pequeño ramillete floral. En la columna, Borrego argumentó que él y su esposo habían celebrado una misa en la Catedral para celebrar el cierre de ciclo de su marido y que la Iglesia católica no hubiera oficiado una boda para bendecir la unión de dos personas del mismo sexo.
Ochoa también compartió en redes la supuesta invitación a la boda, que incluía las iniciales de los novios, la fecha del evento y su mesa de regalos, sin hacer mención de que fuera un acto oficial. Hubo un “evento cultural” de seis de la tarde a las siete de la noche y un “cóctel” hasta las nueve y media. La invitación está firmada por la pareja, a título personal, según las pruebas aportadas por el periodista.
Bárcena, que aparece en videos y fotos del acto, afirmó en una nota aclaratoria que “no autorizó ni fue informada” de la solicitud realizada por su antiguo jefe de Oficina en su paso por la cartera de Relaciones Exteriores, durante los últimos dos años de Andrés Manuel López Obrador. La actual titular de la Semarnat calificó lo sucedido como “un grave error que contrasta con la vocación austera, rigurosa e igualitaria” de la llamada Cuarta Transformación, el proyecto político de Morena, el partido gobernante.
Lo que hace uno por amor ¿no? Resulta que esta no es la primera vez que servidores públicos de Morena utilizan espacios públicos o derrochan dinero en celebraciones personales, lo que les ha costado su puesto en algunas ocasiones. Por ejemplo, en 2018 César Yáñez Centeno, hombre cercano al expresidente Andrés Manuel López Obrador, contrajo nupcias con la empresaria poblana Dulce María Silva.
El evento acaparó la atención mediática al convertirse en portada de la revista ¡Hola!, que en su artículo principal lo describió como «una elegante y romántica boda». Tras la portada vinieron las críticas, ya que un personaje tan cercano al líder del movimiento y partido que criticó los lujos y el “despilfarro” apareciera en una publicación en la que también estuvieron el expresidente Enrique Peña Nieto y su ahora exesposa Angélica Rivera.
¿Alicia Bárcena asistió a la boda de su Jefe de Oficina en el Museo Nacional de Arte (Munal) pensando que se trataba de un salón de fiestas tipo Mayita ¿Acudió con la expectativa de encontrarse con un evento diplomático festivo por los 89 años de la relación entre México y Rumania o envió un regalo a los novios de El Palacio de Hierro (número de mesa 389772)? ¿En verdad se imaginó que el costo del cóctel correría a cargo del Gobierno de Rumanía?
Martín Borrego es mentiroso y mostró charolazo, pero Bárcena simula ingenuidad frente a las gradas para quedar bien con su jefa, la presidenta Sheinbaum, sin medir el componente ridículo de su actuación. Lo revelado por el periodista Claudio Ochoa destapa un problema profundo de la diplomacia mexicana. El entorno sugiere releer a Octavio Paz: de la boda en el Munal surgen varias máscaras; las del influyentismo, el cinismo, la mentira, (la estupidez), la traición, la sumisión. Un país perdido en la apariencia y un museo al que si como ciudadano que paga impuestos, vas a tomar o tomarte fotos, no dejan de perseguirte como delincuente.
¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor que ya debe andar pensando si hace sus bodas de oro, plata, bronce, votos matrimoniales en el MUNAL o qué sé yo, me lo permiten!