Pato Pascual, la lucha laboral y éxito comercial
Por Armando Enríquez Vázquez
Twitter: @cernicalo
Una de las empresas más exitosas no sólo en el ámbito comercial, si no laboral en nuestro país es una cooperativa y todos la tenemos presente desde nuestra infancia. Hablamos de la marca mexicana de refrescos y bebidas de sabor, Pato Pascual.
¿Quién no recuerda en su infancia haberse tomado un “triangulito” de Boing! de guayaba, tamarindo o fresa? ¿La botella de cristal de Pato Pascual, con un pato que siempre ha recordado al Pato Donald, que en una época también se llamó en nuestro país Pascual? La historia detrás de esta marca bebidas no es sólo una historia del triunfo de una marca mexicana sino la reivindicación de la lucha laboral de sus trabajadores y una muestra de la eficiencia de otras formas de crear empresas que no necesariamente están basadas en un patrón y empleados.
La historia de la Cooperativa Pascual tiene los tintes de muchas historias de luchas de los trabajadores de principios del siglo XX en plena década de los ochenta, con un empresario asesino y un gobierno corrupto contrario a los derechos de los trabajadores.
La empresa fue fundada a finales de la década de los años treinta por un hombre llamado Rafael Víctor Jiménez Zamudio. Un emprendedor y hombre de esfuerzo. Jiménez Zamudio comenzó vendiendo paletas heladas, amplió su negocio a agua en garrafón y finalmente a refrescos embotellados. En un principio con dos marcas de bebidas carbonatadas; Pascual y Lulú.
Curiosamente uno utilizaba la imagen de un pato que tenía aires al Pato Donald y el otro a una muñeca que recordaba al consumidor a la atrevida Betty Boop. La empresa fue entre otras compañías refresqueras mexicanas como Mundet y Manzanita Sol ganando espacios y reconocimiento en el mercado nacional. En la década de los años 60 Pascual entró en contacto con la empresa sueca Tetrapak, que innovaba a nivel mundial con su nueva forma de empacar en cartón, y tras un acuerdo comercial procedió a empacar la bebida con jugo Boing! en el revolucionario empaque. Todos en nuestra infancia recordamos los famosos triangulitos de Boing! Con el paso de los años Boing! se ha convertido en la marca estrella de Pascual y cuenta con publicidad en televisión y espectaculares destacando el estar hecha de fruta natural.
También a finales de esa década y en pleno crecimiento Pascual consiguió los derechos de Canada Dry en México y compró la planta de esta refresquera, ubicada en el norte de la Ciudad de México. Estas licencias y acuerdos se perdieron tras la huelga de 1982.
La historia de Pascual iba viento en popa cuando inició la década de los años ochenta. Desgraciadamente para nuestro país, el corrupto gobierno priísta tenía planeada una de tantas crisis económicas nacidas de la codicia desmedida de los funcionarios públicos. La respuesta de los políticos fue la de siempre, que se sacrifiquen los mexicanos. En esta ocasión el gobierno ordenó a los empresarios aumentos salariales de 10, 20 y 30 por ciento. Muchos empresarios obedecieron al gobierno. Otros no pudieron y quebraron y otros como Jiménez Zamudio se hicieron sordos y continuaron sus operaciones sin escuchar al gobierno, ni a los trabajadores. Escuchando únicamente a su mezquindad.
Pascual como era la costumbre contaba con un sindicato blanco, esto es con un sindicato que hacía lo que la patronal quería a fuerza de dar dinero al líder sindical, por lo general miembro de la célebre CTM, comandada por nefasto líder Fidel Velázquez. Sin embargo, los trabajadores de Pascual decidieron asesorarse con el Partido Mexicano de los Trabajadores, uno de los últimos bastiones reales de la izquierda en México y con el viejo líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, que había enfrentado y sufrido la represión del estado mexicano liderado por Adolfo López Mateos.
La asesoría llevó a los trabajadores a declarar la huelga el 18 de mayo de 1982. Con una mala asesoría, la desesperación de ver sus bienes en peligro, consecuencia de su desprecio por los trabajadores y las leyes, o simplemente porque en México el dinero parece siempre ganar, Jiménez Zamudio, recurrió a técnicas gangsteriles que tanto éxito habían dado a principios del siglo en muchas partes del mundo y que el gobierno de Luis Echeverría, una década antes había utilizado sin pudor en contra de trabajadores y civiles. Antes que negociar, Jiménez Zamudio, optó por intentar romper la huelga y acompañado por esquiroles y golpeadores se presentó a las puertas de la empresa. El resultado fue negro; dos trabajadores muertos y diecisiete heridos por arma de fuego, golpes y atropellamiento. Jiménez Zamudio pasó de empresario a asesino y autor intelectual. Nunca fue juzgado.
Lejos de acabar con el movimiento de los trabajadores, la actitud del dueño lo consolidó. No sólo permanecieron las demandas de los trabajadores, si no que la huelga tomó relevancia a nivel nacional y logró el apoyo de amplios sectores de la población. Entre ellos el de artistas gráficos como Rufino Tamayo y Francisco Toledo que donaron obra a la causa. Los trabajadores de Pascual en lugar de vender los cuadros crearon exposiciones itinerantes y hoy tienen una colección de más de 1000 obras gráficas, que son parte de la fundación cultural de la Cooperativa.
Cuando terminó la huelga tres años después, los trabajadores no sólo habían ganado su movimiento y sus demandas, si no que acordaron que para poder cobrar sus sueldos caídos, ante la imposibilidad del empresario de hacerlo, se les pagara con los bienes de la empresa, excluyendo los terrenos de la misma que no formaron parte de la negociación y cuya importancia era básica ya que ambos tenían permisos para explotar pozos de agua, cosa que a partir de 1956 quedó prohibida en la Ciudad de México. Los empleados en lugar de vender los bienes y repartir las ganancias como se hace en la mayoría de las ocasiones.
Decidieron formar una cooperativa y continuar con su fuente de trabajo. A partir del 27 de mayo de 1985 la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual S.C.L. comenzó a trabajar. El mayor problema durante años fue la propiedad de los terrenos, los cuales a pesar de las promesas por parte de las autoridades federales del trabajo jamás fue resuelto y el litigió se extendió hasta principios de la primera década de este siglo. Finalmente, la Cooperativa abandonó los predios y trasladó la producción fuera de la Ciudad de México.
Actualmente, a treinta y cinco años de funcionar como cooperativa, Pascual opera y tiene plantas de producción en San Juan del Río, Querétaro, Tizayuca, en el estado de Hidalgo y en Culiacán, Sinaloa. Pascual es hoy la tercera refresquera del país, después de las trasnacionales Coca Cola y Pepsi, es 100% mexicana y utiliza insumos mexicanos. Apoyando a otras cooperativas como la del ingenio de Puruarán, que suministra el azúcar a la empresa. Asimismo es uno de los ejemplos más exitosos de una empresa cooperativa en nuestro país.
Las bebidas de la Cooperativa Pascual cuentan con la aprobación de FDA que es la agencia de federal de Estados Unidos encargada de aprobar alimentos y medicinas y exporta sus productos.
Junto con Jarritos y Tonic Col son de las últimas empresas refresqueras nacionales con presencia en gran parte del territorio nacional y el extranjero.