Mujer vs. Mujer en las Relaciones Públicas
Por Diana Alarcón Elizondo
Twitter: @dianapat23
Hace apenas un par de semanas se conmemoró el Día de la Mujer, esa fecha que año con año ha cobrado una fuerza muy importante y que recuerda entre otras cosas, la violencia contra la mujer y más comúnmente por parte del sexo opuesto.
Son muchas las solicitudes que se ruegan como el respeto, la no violencia, la discriminación y la desigualdad, motivos MUY importantes que nos impiden nuestro desarrollo en todos sentidos.
Más allá de todo lo que el género masculino ha sido capaz de hacernos por años, y de que eso se habla casi siempre, quiero platicar de la violencia que la mujer sufre a manos de las mismas mujeres. Parecería que la salida más fácil es ver al hombre como el único enemigo, pero esto es algo que ocurre a diario, pero de lo que casi no se habla. Muchas veces una mujer contra otra terminan lastimándose de una manera terrible y sin piedad.
Hay muchos dichos que dicen que “mujeres juntas ni difuntas”, “nunca te fíes de una mujer”, o frases como “entre mujeres podremos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”. Esta última la retomo justamente de una obra de teatro de por ahí los años ochenta y que justamente se llamaba así “Entre Mujeres”, era una época completamente distinta a la que vivimos ahora, llena de mujeres aguerridas y que ya no se quedan conformes o calladas.
Así como el slogan “Soy Totalmente Palacio” de El Palacio de Hierro, este juego de palabras ya hoy día vistas como “vintage”, se quedó aún décadas después en la mente de muchas personas, quienes veían y ven los desacuerdos entre mujeres como algo sin importancia, tal vez porque “les bajó” y andan hormonales, o simplemente porque no tienen un wey que les quite el mal humor.
Se dice que incluso las mujeres nos vestimos no para los hombres, lo hacemos para otra mujer, claro, hay que presumirles cuerpazo, pelatzo, aretazo, nariz nueva y hasta el novio, para tratar de hacerlas sentir menos que una lombriz.
En México, dos de cada diez mujeres sufren bullying laboral provocado por ellas mismas, que va desde la agresión verbal, psicológica, hasta llegar a la física. Esto ha llevado hasta la renuncia de la agredida. Otras muchas como una amiga a la que le ocurrió un caso más o menos parecido la semana pasada y que me ha llevado a escribir esta columna que cierra con broche de oro el mes de la mujer, han alzado la voz ante casos laborales.
Resulta que mi amiga escribió un informe muy bueno sobre reputación empresarial. Se lo mostró a la Directora de Relaciones Públicas de su empresa, quien no dudó en enviar esta información a una importante revista especializada. Al ver mi amiga la publicación en la página web de dicho medio, se llevó una gran sorpresa: su nombre no aparecía como autora o entrevistada en el reportaje, sino más bien el del director del área.
Al preguntarle mi amiga a la RP de esta empresa 100% mexicana, que porqué la información había sido modificada, ella le dijo que por politicas de la empresa, solo los directores del área podían aparecer en medios como voceros oficiales (¡hágame usted el favor!).
Mi comadre no se quedó callada y gracias al apoyo de su jefe, de la agencia de Relaciones Públicas y del medio, su nombre fue publicado, quedando expuesta mi “flamante” colega, quién además de haber hecho el coraje de su vida como una mujer sin ética, estrategia y cero valores, sobre todo hacia las mujeres de su empresa (y tal vez hacia las de afuera).
No cabe duda de que gracias al contenido generado por una mente pensante, a quién le llevó meses y horas de trabajo e investigación, la gerente de RP de esta empresa ha quedado en primera instancia muy bien parada con su jefe directo y con la revista a la que le brindó la información, pero al mismo tiempo con un “oso” del tamaño del mundo por mentirosa, “mala leche”. Este es el claro ejemplo de que muchas empresas nos quieren reflejar sus “buenos valores” a través de acciones públicas, fechas específicas como el Día de la Mujer, el Mes del Orgullo o hasta el Día de la Tierra. Aún en pleno 2021 no logro entender cómo le hacen para llegar a esos puestos en comunicación, donde la ética, los valores, la sensibilidad y el sentido común son factores principales para desarrollar el trabajo.
Dicen que una mujer cuando tiene éxito (o cree que lo tiene), es peor que un hombre. Si la otra es exitosa, ellas son las que atacan y se critican peor que Poncio Pilato. Resulta muy triste ver que las mujeres somos las peores verdugos de otras mujeres. Escuchar cómo se refieren unas con otras como “por eso la dejó el marido”, “es p@#a”, “merece que le peguen”, “seguro es vieja”, es muy duro. Ver que no les gusta que otras triunfen, sean felices, la envidia les corroe. Incluso esto es muy fácil darse cuenta en las redes sociales de muchas cantantes o actrices que son atacadas por su físico, o hasta por los errores o acciones de sus parejas.
Ana Torroja decía hace treinta años en rola “Mujer contra Mujer”, que nada tienen de especial dos mujeres que se dan la mano, el matiz viene después. Andaba un poco equivocada, tiene todo de especial. Las mujeres debemos estar unidas y tratar de apapacharnos y respetarnos siempre. A lo largo del último siglo hemos logrado generar tan grandes cambios, lo que nos permite gozar de derechos y privilegios que debemos disfrutarlos.
Al criticarnos entre nosotras, nos denigramos. Es cierto y a veces no podemos evitar no tener feeling con alguna otra, pero no por eso debemos seguir generando más odio del que ya existe en el mundo. Muchas veces alejarse, omitir comentarios y opiniones, es la mejor cura contra este mal. Ya bastante hemos sufrido el último año como pa’seguir odiando algo o alguien adicional. Hay que formar un solo equipo, sin duda alguna.
Sigamos poniendo en alto a nuestro género a través de grandes acciones. Nosotras somos a veces quienes tenemos el poder de cambiar el mundo, generar armonía, empatía, de entregarnos al cien por ciento y llevar las relaciones humanas un paso más adelante (por eso existimos tantas mujeres dentro del mundo de las Relaciones Públicas). Hay que sacar garra y demostrar esa fortaleza que siempre nos ha distinguido.
¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor que debe estar picadísimo al preguntarse quién es la RP “mete-pies” de esta columna, me lo permiten!