Los retos del regreso a clases
Por Diana Alarcón Elizondo
Twitter: @dianapat23
La semana pasada se inició el nuevo ciclo escolar 2021-2022 en México, en donde el regreso a clases se ha convertido en todo en reto para todos aquellos estudiantes que quieren volver a ver a ver a sus amigos y a sus maestros (de todos modos qué complicado no poder pedirles de su torta o darles un fuerte abrazo). Tal vez para los papás sea un enorme instante de preocupación por posibles contagios, pero espero que con padres amorosos y responsables, esto no ocurra.
Seguramente en los últimos 18 meses se hayan perdido empleos, se hayan desmoronado familias, porque es muy probable que la convivencia no haya sido nada fácil. Estar dentro del hogar bajo altos índices de estrés, hace que todo el ambiente se torne tenso.
Aunque hay algunos colegios que han continuado con la modalidad híbrida, también hay otros que han regresado a clases presenciales, cada uno de ellos ha diseñado una estrategia para volver estos centros de estudio de la forma más segura posible.
Respecto a México, de acuerdo con datos de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente 1.5 millones de niños, niñas y adolescentes de entre 3 y 18 años no se reinscribieron en el ciclo escolar 2020-2021 por causas relacionados con la pandemia. Y se espera que este año se mantengan esos datos debido a los problemas económicos y el desempleo que ha afectado a las familias como consecuencias directas de la pandemia.
De cualquier manera, y con opiniones encontradas, llueve truene o relampaguee, los salones de clases y los patios volvieron a cobrar vida, y el principal desafío, además de mantener el aprovechamiento escolar idóneo, es evitar que los contagios se disparen y la pandemia se vuelva a salir de control.
Pero más allá de lo que dicte el gobierno de México, es claro que los padres de familia y los maestros tienen una enorme responsabilidad para cumplir con las medidas sanitarias desde casa, y en los planteles el personal educativo, hacer lo propio, más aún porque este regreso a clases se da en el máximo punto de contagio entre niños y jóvenes, que en las primeras tres semanas de agosto alcanzaron casi 14 mil contagios, muy por arriba de los 5,619 que hubo en todo agosto del 2020, cuando se decidió no volver a clases presenciales.
Este regreso a clases tiene mil retos más, el otro será el ser mucho más empáticos con los alumnos, seguramente muchos de ellos experimentaron muchas situaciones dentro de casa como violencia intrafamiliar y maltrato infantil. Debido a ello, esta pandemia dejará secuelas psicológicas en la mayoría de los habitantes del mundo. Los alumnos tendrán que volver a incorporarse poco a poco en la sociedad, por lo que sería muy bueno que la Secretaría de Educación Pública reforzara la capacitación para los maestros para este propósito.
Al volver a las aulas de manera presencial se debiera promover y facilitar en la medida de lo posible:
-La implementación de estrategias de enseñanza práctica para remediar aprendizajes perdidos en este casi año y medio atípico que vivieron.
-Un ciclo escolar que integre y complemente los conocimientos básicos necesarios que se tenían como objetivo en el ciclo escolar pasado de acuerdo al grado o nivel escolar, que en teoría y en muchos casos atropelladamente, lograron finalizar; pero sobre todo y como el objetivo más importante, cuidar la salud emocional y mental de los niños y adolescentes a través de estrategias enfocadas a ayudarles a comprender mejor lo que hemos vivido como sociedad y lo que estaremos viviendo en los próximos años como resultado de este gran cambio en nuestras vidas.
Voces a favor y voces en contra han desatado un debate abierto respecto a qué es lo mejor para los alumnos y las familias con esta decisión. Hay riesgos y ventajas también. Cada familia es libre de decidir qué es lo mejor para sus hijos. No me queda duda de que los docentes son quienes se quedan con la mayor carga emocional y un alto grado de responsabilidad para evitar cualquier contagio y seguir todas las normas para establecer un entorno seguro para los estudiantes.
Se requerirá de mucho amor al arte, y como ya les dije: mucha empatía, empeño y respeto, para que este enorme reto se cumpla.
¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor, que seguro ya volvió de dejar a su hija en la escuela, me lo permiten!