Herradura, la marca de un tequila lleno de historias
Por Armando Enríquez Vázquez
X: @cernicalo
Uno de los tequilas favoritos de los mexicanos fue fundado en el siglo XIX, la marca que creó el tequila reposado y que se ha esmerado por un tequila 100% de agave. Esta es la historia de la marca Tequila Herradura.
No cabe duda que entre las marcas favoritas de tequila de los mexicanos es sin duda Herradura. Tal vez porque fue la primera empresa destiladora de la bebida que ofreció un tequila reposado, tal vez porque como otras tequileras su historia se remonta al siglo XIX y el nacimiento de la identidad nacional y el país, o simplemente por la autenticidad de sus tequilas. El hecho es que la empresa fundada en 1870, inicio unos cincuenta años antes.
En el hoy municipio de Amatitán en Jalisco se encuentra la Hacienda de San José del Refugio en su interior se encuentra una de las primeras destilerías de tequila, propiedad de un cura de nombre Feliciano Romo, esta hacienda abrió sus puertas en 1816 durante la guerra de independencia. Desde su apertura la hacienda se dedicó a la producción de esta bebida identificada con la nación mexicana.
En 1870, la hacienda pasó a ser propiedad de un hombre llamado Félix López quien registró la hacienda como productora de tequila, por lo que es el año que se toma en cuenta para contar la historia de Herradura, aunque al parecer fue treinta años después cuando el destilado obtuvo su nombre, según la leyenda Aurelio López, el hijo de Félix, caminaba por su terreno cuando un destello entre la tierra llamó su atención y al acercarse a ver de donde provenía el resplandor, se encontró con una herradura, símbolo de la buena suerte. Así surgió el nombre de la marca.
Volviendo al fundador de la empresa, Félix, murió en 1878, la hacienda y la producción tequilera quedaron en manos de su esposa, Carmen, quien ayudada por su hermano Ambrosio Rosales administró y mejoró la tequilera hasta que su hijo Aurelio tomó el mando de la hacienda.
Aurelio, católico recalcitrante fue uno de los empresarios que financió el movimiento Cristero, que la intransigente jerarquía católica promovió en contra del gobierno de Plutarco Elías Calles. Esto le valió el apodo de El Cristero, pero también fue la causa de que Aurelio dejará el negocio tequilero para siempre. Buscado por las autoridades federales que incluso llegaron a registrar la hacienda en su busca, Aurelio y su hermana se vieron obligados a huir a través de los túneles de la hacienda que habían servido, también, para ocultar a tropas cristeras y armas. Aurelio se exilió y pasó los siguientes años en El Vaticano.
A su regreso a México jamás volvió a la hacienda. La hacienda y la marca quedaron en manos de David Rosales, primo de Aurelio e hijo de Ambrosio, él se encargó de registrar la marca en la Ciudad de México, así como el logo. Otro de los grandes logros de David fue el negarse a ser parte de la moda de destilar tequilas mixtos, esto es, que al agave se le agregaba a azúcar para bajar los costos de producción, David mantuvo la producción orgánica de 100% agave. Al morir David, en 1956, la hacienda pasó a manos de su hermana Esther, quien dividió las acciones de Herradura entre sus tres hijas aunque con el paso de los años una de ellas Gabriela Peña Rosales compró su parte a las otras hermanas.
Fue bajo la administración de Gabriela que Herradura presentó en 1962 un tequila añejo y en 1974 el primer tequila reposado y registró esta categoría. Reposado creado para el paladar de sus amigas que encontraban el tequila blanco de sabor muy fuerte. Estas innovaciones hicieron Herradura una referencia entre los tequilas. Gabriela logró también sacar a flote a la tequilera que había tenido problemas de en décadas anteriores debido a la mala administración y a ciertas excentricidades de un administrador de tiempos de Esther Rosales. Gabriela, también fue la responsable de modernizar la destilería y crear una nueva dejando la vieja como un museo de la marca.
Además de sus tequilas que cambiaron el nicho tequilero Herradura ofrece más de 5 diferentes tipos de tequila.
Gabriela murió en 1994, sus hijos Guillermo y Pablo tomaron las riendas, quienes además crearon la marca Jimador, pero en 2007 ambas marcas y la hacienda fueron vendidas al corporativo internacional de bebidas alcohólicas Brown-Forman.