La ceremonia del Oscar 94 y sus consecuencias en comunicación y Relaciones Públicas

Por Diana Alarcón Elizondo
Twitter: @dianapat23

El pasado domingo 27 de marzo se llevó a cabo la 94 entrega de los Premios Oscar en Hollywood, que para cinéfilos y faranduleros es su noche de oro, su velada más preciada, además de ver desfilar por la alfombra roja a importantes celebridades de talla mundial. Cada año hay un host celebridad o comediante que da la bienvenida. En años anteriores vimos a Billy Crystal, Whoopi Goldberg, Ellene Degeneres, quienes además de presentar a los ganadores, se encargan de contar chistes o anécdotas bobas, que comúnmente solo entienden los estadounidenses y los hace morirse de risa, hasta la semana pasada.

Y es que la más reciente ceremonia del Oscar no será recordada no como la noche de más glamour en todo el mundo, ni por premiar a lo mejor del cine, ni por ver a estrellas de la talla de Liza Minelli, Pacino, Ford Coppola y Robert de Niro para celebrar los 50 años de El Padrino, tampoco por la nominación de los mexicanos Guillermo Del Toro por El Callejón de las Almas Pérdidas, Carlos López Estrada por Raya and the Last Dragon” como mejor cortometraje de animación, o por ver a nuestra Carmelita Salinas y a Felipe Cazals como parte de la lista del ‘In Memorian’, y hasta al mismísimo Eugenio Derbez, subir al escenario junto todo el elenco de la película Coda, ganadora como mejor película del año y ver cómo agitaban las manos a manera de aplaudo (eso fue demasiado lindo). Todo eso quedó mermado con un hecho muy lamentable, cuando a la mitad de la ceremonia, el actor nominado Will Smith subió al escenario para darle tremenda bofetada seguido de varias palabras altisonantes a Chris Rock, host de este año, después de que el mismo haya hecho un chiste (bastante malito), burlándose de Jada Pinkett Smith, esposa de Will.

Al ver la escena, seguramente los que estaban en mood dominguero, junto con las papitas y las aceitunas en la boca, no podían creer tal barbaridad. De inmediato, las redes comenzaron a incendiarse preguntándose muchos cibernautas si esto habría sido real, actuado o imaginado, y más en un evento de esta naturaleza, donde todo parece ser perfecto. Aún peor, durante un momento en el que el mundo está viviendo niveles de violencia insospechados.

Para colmo, después del bochornoso momento y del que estoy segura de que no olvidaremos, ni volveremos a ver de la misma manera a los actores, el señor Smith resultó ganador del premio por su papel en la cinta “King Richard”. Al subir al escenario bañado en llanto y un poco “con la colita entre las patas” (es que oso mil), notamos un tono de justificación ante sus hechos, él lo “hizo todo por amor” (ay, como Juanga), ofreciendo disculpas a la Academia. ¿y a Jada a qué hora?

Rock tampoco nos tiene nada contentos, no lo veamos como víctima porque él fue el primero en generar violencia verbal. No sabemos todavía si estudió un guión, o si sabía que Pinkett-Smith padece alopecia desde el 2018, donde esos temas sobre nuestra apariencia, a nosotras las mujeres nos duelen y mucho. Lo cierto y meramente visible es que Will no está pasando un buen momento en su vida, ¿qué tendrías que tener en el cerebro para echar a perder tu carrera de esa forma?

Pero esperen, este no fue el único incidente, la noche de los Oscares 94 estuvo llena de momentos groseros como el chiste de incesto a Jake y Maggie Gyllenhaal, la mega ultra falta de respeto a Kirsten Dunst cuando la humorista Amy Schumer le dijo “rellena asientos” y la movió de su silla de una forma muy grosera, y Regina Hall manoseando a Josh Brolin y a Jason Momoa. En fin, una lluvia de mensajes de comunicación completamente equivocados y que dieron la vuelta al mundo en cuestión de segundos.

Aceptémoslo, este evento es cada vez es menos llamativo, así que planeado (yo no lo creo) o no, se sigue hablando de éste, de la reacción de Nicole Kidman hecha meme y de todo lo que pasó. Ojalá los miembros de la Academia no hayan comprado la idea de muchas marcas que tienen como filosofía “mientras hablen de mí, no importa si es bueno o malo”.

Actualmente, el humor negro tiene un filo muy delgado, ya nadie se aguanta que lo agarren de bajada, que sigan habiendo chistes feministas, sexistas, de gordos, de gallegos, de negros, etc. Hoy tenemos que pensar, actuar o publicar antes de abrir la boca, seas quien seas, y más si eres una empresa. Ya no debemos permitir que la voz o el poder de generaciones pasadas que se aprovechaban de los más vulnerables, los más pequeños o los más hambrientos de cumplir sus sueños, se apaguen, ¿me oyeron Harvey Weinstein, Luis De Llano, Sergio Andrade o Raúl Velasco?

Sé de sobra que para que la mentalidad de este mundo cambie, faltarán unas tres o cuatro generaciones, pero por algo se debe empezar. Tenemos que dejar de ver normalizar las faltas de respeto y construir mejores personas, nunca es tarde.

En fin, hoy día les puedo decir que a unas horas después además de los miles de memes generados sobre todo por la bofetada de Will a Chris, comerciantes hicieron su agosto vendiendo artículos con la imagen en cuestión. La gira de standup de Chris Rock “Ego Death” logró un sold out después de la ceremonia. La compañía que vende los boletos dijo que en una noche vendieron todo lo que normalmente tarda un mes.

Increíble cómo el consumidor responde a este tipo de situaciones donde el morbo en primera instancia hace de las suyas. ¿Será que el consumidor ama los escándalos? ¿era necesario utilizar un hecho lamentable para que incluso las marcas que retomaron estos memes subieran sus ventas o los voltearan a ver? Porque aquí la única víctima es una, se llama Jada Pinkett, y hasta las nuevas generaciones que van a pensar que es normal burlarse de alguien y golpearlo “de verdad” en la tele, señores, ya con las series de narcos tenemos, no le sigan.

Lo que sucedió en los Oscares y que aún es Trend Topic, fue un hecho muy lamentable dentro de un mundo cada día menos formado en el respeto y los valores.

Y bueno, aunque Will Smith (el más villano ante los ojos del mundo en los Oscares, aunque los demás tengan mucha responsabilidad también) haya compartido un comunicado ofreciendo disculpas, y renunciar (o lo hayan obligado a hacerlo como miembro de la Academia), esto le ha dejado consecuencias de por vida para su carrera actoral. Las primeras, tal vez no poder volver a pisar las ceremonias del Oscar, y mucho menos ganar otra estatuilla.

Lo grave del asunto, es que a pesar de que la Academia le pidió abandonar el recinto después del incidente (noticia nueva), no hizo caso. Lo peor del asunto y es que, en palabras de ellos mismos a través de un boletín de prensa, la Academia tampoco supo cómo manejar la situación. Tal vez empezando por quitarle el Oscar o eliminar ese premio por única ocasión hubiera sido lo correcto. Después de propinar tremendo bofetón, vino el premio máximo, ¿qué imagen es esa ante el mundo?

¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor que seguramente tampoco dio crédito a la ceremonia del Oscar pasada, me lo permiten!

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