Las lecciones de la película AIR para emprendedores

Por Diana Alarcón
Twitter: @dianapat23

Desde hace años las historias de emprendedores han resultado un gran negocio para la industria del cine, ya que para muchas personas resultan una enorme fuente de inspiración. Como ejemplos les puedo decir Wecrashed sobre el gigante WeWork, Madoff de Netflix sobre el fraude ponzi, etc.

Hace algunas semanas se estrenó en cinea la película AIR: la historia detrás del logo, un drama deportivo dirigido por Ben Affleck (también él sale), protagonizado por su súper amigo Matt Damon, Jason Bateman, Marlon Wayans, Chris Messina, Chris Tucker y Viola Davis. Esta narra la historia de cómo la marca Nike logró asociarse con Michael Jordan, el mayor atleta de la historia del deporte, y cómo el vendedor de zapatos Sonny Vaccaro llegó a un acuerdo con él.

Affleck inauura su propia compañía productora con este filme que nos sitúa mediados de la década de los 80, cuando Nike se encuentra al fondo en el mercado de los tenis deportivos, y a punto de cerrar su división de básquetbol. Por ello, Sonny Vaccaro (Matt Damon) tiene la misión de encontrar jugadores novatos para ficharlos como representantes de la marca y devolver a Nike a la cima del mercado.

A la par, un joven Michael Jordan acaba de hacer su debut profesional en los Bulls, lo que lo vuelve objetivo de todas las marcas que quieren tenerlo como vocero para sus propios tenis, entre ellos el poco atractivo mundo de Nike.

Air coloca de inmediato a sus personajes en medio de una carrera de negocios arriesgada que podría cambiar el rumbo de la industria, a la vez en que se juegan hasta el último centavo para lograrlo. Y es que si hay algo por lo que darle crédito a la cinta, es que a pesar de que la audiencia conoce el resultado, Air logra traducir esa urgencia y adrenalina del proceso a cada paso de la historia.

Gran parte de ello se debe a la forma en que Matt Damon se desenvuelve como el protagonista, pero también a la manera en que inspira esa misma adrenalina a otros personajes en su órbita.

Tal impacto es tangible en el trabajo de Chris Messina, el mismo Ben Affleck y Jason Bateman como David Falk, Phil Knight y Rob Strasser respectivamente; quienes si bien al principio no comparten de todo la visión de Vaccaro, son retados constantemente en puntos muy específicos, con los cuáles comienza a hacerles sentido la misión.

El núcleo de la historia gira en torno al sueño americano y valores que actualmente, se sienten caducos.

Air glorifica elementos específicos de un capitalismo ochentero que más que ser una gran historia de éxito, refleja los sacrificios que las empresas y compañías tienden a demandar de sus empleados, con el fin de ayudar a hacer crecer un negocio y no necesariamente a sus trabajadores.

Inevitablemente, recae en la idea de dejar absolutamente todo de lado: familia, intereses personales, etc, sin importar qué tan afectados puedan resultar después de la batalla, para poner en primer lugar una meta laboral.

Lo más interesante de este punto estará en la manera en que lo reciben diferentes generaciones. Pues mientras las audiencias mayores podrían asumir dichas acciones como un valor importante, los públicos más jóvenes probablemente continuarán cuestionando el por qué un trabajo debe valer más que otras cosas en su vida.

Lo que sí entra en un terreno innegable, es la manera en que Air se acerca peligrosamente a la idea de romper los límites impuestos por celebridades para que sus familias no sean abordadas por empresarios o paparazzis sin su consentimiento; lo que llega a hacer sentir a las jugadas de Vaccaro demasiado intrusivas, por más justificadas que estén por el lema “hay que tomar el riesgo”.

De a momentos, Air pretende a apelar a los instantes más brillantes de Mad Men: el convertir los negocios y una campaña, en un discurso emocional con el que clientes y artistas logren empatizar para aceptar un trato, pero se queda muy corta en ello.

Pues aunque Sonny Vaccaro convence su discurso, con su idea de que Nike es la única opción que honrará a Michael Jordan entre el resto de tratos que recibe, no es algo que termine por destacar realmente entre las ofertas de adidas o Converse. Y en realidad, la audiencia se convence más al haber seguido a Vaccaro en el proceso, que porque su propuesta sea única.

Igualmente, en algún instante Air se transforma por completo en una lección de marketing en su sentido más básico: casi analizando punto por punto los mandamientos de Nike y por qué son vitales para la historia y para su éxito actual, pero sin ofrecer algo genuinamente inspirador.

Gran parte de ello se debe a que la identidad de sus personajes está limitada a quiénes son dentro de la sala de juntas, y nunca más allá. No los conocemos como personas, sino como piezas de un negocio que podrían terminar por hacerlos sentir reemplazables, salvo por un par de excepciones. Y es que quien sí destaca en el gigantesco juego entre Nike y Jordan es Viola Davis, misma que absorbe todo a su alrededor al dar vida a Deloris Jordan, la cual se vuelve parte clave del negocio y quien termina trayendo la mayor cantidad de humanidad a la cinta.

Air no es una película mala, pero tampoco es increíble. Su especial enfoque en la idea de trabajar y dar todo por una meta, es lo que termina quebrando el verdadero mensaje que Ben Affleck quería dar: el impacto de Jordan para el medio deportivo, para los negocios entre celebridades y marcas y la consideración humana más allá del peso de un nombre.

Así que lánzate al cine y me cuentas qué te pareció, ¿va?

¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor que ya debe estar postrado en el cine viendo Air junto con una cubeta de palomitas, me lo permiten!

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