Los hombres y su compromiso con la equidad de género

Por Diana Alarcón Elizondo
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@dianapat23

Pasó el mes de marzo, el mes de la mujer que debería de ser siempre. Sin embargo, hablar de respeto y de los derechos que deberíamos de tener y a los que somos absolutamente merecedoras debe ser una tarea permanente, así como señalar la impunidad y violencia que sigue cargando cada vez mas y más feminicidios en nuestro país.

Es muy triste saber que seguimos viviendo en la era de las cavernas (y dudo mucho que ahí no nos respetaran), pero es un decir solo para hacer saber mi sentir. Nosotras las que nos dedicamos a trabajar y a ser mujeres en un mundo disque moderno, también la padecemos con injusticias laborales (sueldos bajos, disque socios que se quedan con la mayor parte de las ganancias solo porque son hombres, y cuidadito donde te pongas al brinco porque de tóxica y de “cantar” lo que haces dentro de la empresa no te bajan).

Pero el luchar por nuestro género y nuestros derechos no debería de ser un tema exclusivo de las mujeres o de las empresas. Los hombres deben de ser aliados de la equidad, reconociendo los privilegios históricos que siempre han tenido y repensando la nueva masculinidad. Hoy en día la palabra “macho” o sus acciones, no deberían de existir. Es responsabilidad de la sociedad que las nuevas generaciones la borren de su cabeza para siempre.

En una reciente consulta publicada en el informe de BID Invest, junto con Promundo-Us y Mercer, se encuestaron a empleados de 57 empresas de América Latina y el Caribe, muestra que casi un 50% de los hombres considera que los empleados de género masculino deben tener un rol activo en la lucha por la equidad de género. La cuestión es de qué tipo de rol hablamos.

Aceptémoslo, las mujeres vivimos una experiencia muy distinta a la de los hombres en una compañía. La mayoría son los que entran a las juntas, los que autorizan proyectos, los que te contratan y los que te despiden. Sin duda, somos las que enfrentamos más obstáculos para crecer profesionalmente, a diferencia de ellos.

Sin embargo, creo que no todo está perdido. Hay que seguirse moviendo para promover una equidad de género (y eso también nos toca a much@s de nosotr@s quienes nos dedicamos a la comunicación. Es que no solo bastan campañas moradas en marzo y tratarnos bien el #8m después de ver las imágenes de las marchas, hay que cambiar desde dentro para que la verdadera revolución y el respeto se noten.

Las empresas deben pensar en acciones que contribuyan a eliminar los obstáculos que enfrentamos, comenzando por programas de vida laboral y personal, servicio de guardería, salas de lactancia, y una nueva visión del proceso de reclutamiento.

Desarrollar programas de desarrollo de mujeres en liderazgo, programas de mentoría o de coaching, puede ayudar a las mujeres a superar esos obstáculos que los varones no enfrentan.

Si las mujeres estamos enfrentando mayores obstáculos en nuestro crecimiento profesional, eso inexorablemente implica que los varones están enfrentando menos obstáculos, o ventajas no ganadas en todo caso. En otras palabras, privilegios. ¿Por qué no existe ningún programa de desarrollo para varones enfocado en utilizar esos privilegios en pos de la equidad de género?

Es importante asumir el privilegio e influencia que tienen los hombres en las empresas, la cual es evidente en los cargos de liderazgo que ocupan. Una vez somos conscientes de estas ventajas, somos capaces de asumir una nueva responsabilidad y cambiar las estructuras y sistemas que producen desigualdad y exclusión a través de iniciativas que promuevan la equidad laboral en las empresas.

A partir de ahí, también los hombres se pueden auto-cuestionar, tener empatía ante los desafíos que afrontamos, participar en programas de mentoría, unirse a comités de equidad, etc. Como aliados de la igualdad, les va a ser posible comprender y prevenir los daños provocados por las culturas laborales discriminatorias, y se puede acelerar el progreso, y ver también como los hombres pueden beneficiarse dentro de mejores climas laborales.

Esto implica que reaccionen y se muevan para cambiar los roles de liderazgo en las empresas, y hasta sus propias vidas. La equidad de género no es sólo una cuestión de mujeres. No basta con que se nos den herramientas para enfrentar y superar los obstáculos de género, pero sobre todo que no se queden atrás y caminar a la par.

¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor que me comprende perfecto, me lo permite!

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