Lo que no deben hacer los Gerentes de Recursos Humanos

Por Diana Alarcón Elizondo
Twitter: @dianapat23

Por culpa de la pandemia y seguramente por miles de razones más, muchos vamos por la vida cargando sentimientos desbordados. La sensibilidad a muchos se nos ha incrementado y nos ha hecho estragos que tal vez se queden ahí por mucho tiempo. Estos casi dos años, nos han dejado muchas enseñanzas. Les puedo apostar que hoy piensan dos veces antes de decir o hacer las cosas. Tal vez se aguanten a decir otras por miedo a lastimar a alguien, o incluso a perder sus trabajos. El caso es que hoy en día todos somos otros y nuestra visión de la vida es otra.

Ustedes disculpen, amanecí melancólica y pensativa y les voy a decir por qué. La columna de hoy va dirigida a todos esos directores de Recursos Humanos, esos que son los encargados principalmente de seleccionar al talento ideal, para el buen funcionamiento y crecimiento de una empresa, además de (se supone) prestar atención de su comportamiento, necesidades, y de procurar un buen ambiente de trabajo.

La semana pasada me encontré a uno de mis ex clientes, entonces director de MKT de cierta compañía en la que pasé cuatro divertidos años de mi vida. Hoy, tiempo después, varios de ellos continúan formando parte de mi vida.

Hoy, esos buenos tiempos de bonanza quedaron atrás. Las razones pudieron ser muchas, crisis económica nacional o mundial, nuevas estrategias y tecnologías, Covid-19, fusiones empresariales, qué se yo. Vi a un gerente (que antes era director y le bajaron el puesto) desencajado, decaído y muy desmotivado. Ver a ese personaje que daba todo por su empresa y que hoy no sea valorado, ganando además de todo la mitad del sueldo (y eso si te parece, si no ahí está la puerta), además de unas ojeras más grandes y profundas que las mías, muchos kilos menos y un corazón y una autoestima rotas, pasó también a romper el mío.

¿En qué clase de mundo frívolo vivimos?

Me dijo que lo que más le dolió por parte de la empresa a la que le entregado buena parte de su vida, es la forma tan dura y ruin en la que se le avisó que su sueldo y su puesto ya no serían los mismos. ¿Y saben quién se lo dijo? Pues sí, ¡el gerente de Recursos Humanos! ¿Pues qué se cree la mayoría de estos personajes? ¿Acaso los dueños de la empresa?

Diario leo (sobre todo en LinkedIn), pergaminos con casos de abusos, discriminación y malos tratos por parte de estas áreas, las responsables (se supone) de crear ambientes y empleados sanos (de cuerpo y mente) en la compañía, pero parece que esto no es así.

Los gerentes de Recursos Humanos tienen una responsabilidad enorme dentro de la organización, pero sin duda alguna deben de ser empáticos (no vayan a confundir con fáciles o “barcos” (esos que se dejan “barbear” o que dicen que sí a todo).

A estas alturas de la vida, ya a muchos no nos parece raro que los departamentos de Recursos Humanos, sean de los más “odiados” o temidos dentro de las compañías. Tal vez ellos piensan que si no son duros con los empleados no se incrementará la rentabilidad de la empresa, cuando el efecto es completamente contrario.

El objetivo principal de los departamentos de RH es buscar y retener el talento en la empresa. Lograrlo traerá una organización rentable, pero en definitiva hay ciertos puntos que no se deben cruzar, y aquí se los enumero:

Tratar a los trabajadores de manera digna
Los colaboradores de la empresa deben ser tratados con respeto. La posición jerárquica faculta para dirigir y organizar el trabajo, no para denigrar, acosar, discriminar o faltar al respeto a los trabajadores. Todo el mundo puede cometer errores, tanto trabajadores como directivos, y todos tienen derecho a ser tratados con respeto, incluso en el momento de ser despedidos. No solo es una cuestión ética, también es una cuestión de productividad (y de educación), ya que si un trabajador se equivoca o no consigue el rendimiento esperado y se le ayuda a conseguirlo se estará fidelizando al trabajador con la empresa, pero por el contrario, si solo recibe reproches o desprecios se descentrará aún más en su trabajo y su mente estará más ocupada en buscar otro empleo que en intentar mejorar en el trabajo actual.

No mentir
Decirles mentiras a los trabajadores bajará a motivación, y así podrían cuestionar el liderazgo y seriedad de la empresa y toda promesa que se les haya formulado
anteriormente.

Alto a la discriminación
Discriminar puede impactar de manera sumamente negativa en la percepción que puedan tener de la empresa. Hemos platicado que los colaboradores, son los mejores micro-influencers o publirrelacionistas de la empresa. Un empleado motivado es el mejor vocero que puedas tener.

Exceso de trabajo
En países como Japón, Corea del Sur o China no es raro matarse a trabajar. En Japón se llama «karoshi», en China «gnalosi» y en Corea del Sur «gwarosa». Estos países encabezan los primeros puestos de la lista de fallecimientos de trabajadores por excesos laborales. Por favor, no permitamos que el trabajo nos haga perder lo importante de nuestra vida, que puede ser nuestra familia, la mascota o hasta ese maratón de Netflix que te diste como premio para este fin de semana, cada quien se premia como quiera.

La presión sobre los trabajadores debe ser la justa. En algunos países estar más horas en el trabajo es percibido como falta de competencia.

Un despido no debe ser una venganza
Cuando te despiden de una empresa pudiera sentirse como el divorcio de un matrimonio. Hay quienes pueden pasar muchos años para superar una ruptura de esa magnitud. Este debiera ser un momento de reflexión para ambas partes, de un análisis en calma para saber qué ha fallado y poder mejorar.

En ningún caso debe tratarse el despido como una venganza, ni tampoco adoptar una postura de tener tanta pena por tener que despedir a un colaborador al grado de consolarlo. Vaya, con esto último y de lo que hablaba sobre la empatía, quiere decir que los encargados de RH de la compañía deban ser malos malos o buenos buenos buenos. Hay que encontrar un punto medio donde la objetividad y la verdad hagan lo suyo.

Algo que debemos meternos en la cabeza para no sufrir, es que por más que en tu trabajo te digan que te amen por sobre todas las cosas, es una mentira (o puede que si, pero al momento en que se acaba el dinero, te tienen que dejar ir, pero no deben mostrar sus sentimientos por ningún motivo). Así cuando te despidan (espero que eso no pase, o por lo menos dentro de mucho tiempo) te dolerá menos y dejarás de hacerte preguntas. El salir de una forma pacifica te dará un mayor alivio. Eso sí, sufrirás menos si te metes de una vez en la cabeza que por más bueno que seas en tu trabajo, jamás estarás seguro y siempre representarás un número para ellos.

Rompamos ese dicho de que “cada quien tiene lo que se merece”, y con ello me refiero también a familia, parejas, tipo de vida en general. Entiendo que la vida está llena de momentos justos y otros no tanto. Mejor pensemos que todos tenemos un destino al que mejor nos ponemos a trabajar para hacerlo lo mejor posible. La vida no sería vida sin baches y sin alegrías, pero eso sí señores RH, no sean así tan malos de malolandia y pongan un granito de arena de serenidad y objetividad, ustedes no saben qué batallas estamos librando, o tal vez estén entrevistando a una futura promesa, que por un trato no tan bueno o por cerrarle las puertas, pudiera truncar su carrera. Acuérdense que el mexicano es sensible de nacimiento, así que mientras más bonito nos hablen, será mejor.

Lo único que me quedó de mi largo análisis después de ver a nuestro amigo flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones, es que tenemos el poder en nuestras manos de empezar algo nuevo todos los días, no solo los que se dicen emprendedores.

Abrir los ojos, meternos a bañar, tomar nuestro café, ir a la oficina, prender la compu (o a lo que se dediquen), trabajar, etcétera, es levantarse y comenzar algo nuevo todos los días. De nosotros depende dirigir el timón hacia donde queramos.

¡Nos leemos en la próxima columna si Dios, la inspiración, pero sobre todo si mi editor que sabe que para ser un RH debe tener unos mega dotes de psicólogo (así como su peluquero), me lo permiten!

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